LaMov se atreve con todo. Con obras de vanguardia y con clásicos -ya sean La Cenicienta o El lago de los cisnes- a los que le da una vuelta de tuerca. Con ‘Don Juan’ hace lo mismo y le confiere ese giro de modernidad donde
está todo: el amor y sus paradojas, el cielo, el infierno y el purgatorio, el seductor y su amada, esa Inés que al final adquiere su propia identidad y libera su sensualidad. La obra tiene poesía, duelos con espadas, un paseo espectral, la exaltación de la carne; posee regiones donde el sueño se hace luz y tiniebla, abismo insondable y paraíso abierto a la pureza.
El cuerpo de baile, poseído por las raíces del ritmo, se armoniza con la música de Jorge Sarnago y la escenografía de Alberto Franco en un ballet muy trabajado por Víctor Jiménez. Este Don Juan es una partitura en movimiento
de pasión y dolor, de misterio y belleza, de canto al deseo y a la vida más allá de la muerte.